¿Por qué Cristina ganará las elecciones?
Publicado el 12 de Octubre de 2011, en el diario Tiempo Argentino.Todos lo índices económicos y sociales que avalan los últimos años de crecimiento y las decisiones del Estado en materia de distribución de la riqueza son sistemáticamente invisibilizados por la prensa que responde a los grupos concentrados.
Una pregunta con múltiples posibles respuestas, desde las más simplistas y apoyadas sobre la lógica lineal a la que suelen apelar los medios hegemónicos, hasta otras un tanto más comprometidas en términos de análisis. El diálogo oído este fin de semana en un bar porteño podría ser útil para aportar una primera perspectiva al catálogo de explicaciones que este texto intentará explorar: “La voy a votar porque soy jubilada y con Kirchner y con ella, el viejo y yo pudimos volver a ahorrar casi todos los meses.”
Alguien podría recordar aquello de que la víscera más sensible de los argentinos es el bolsillo; sin embargo, la explicación de la jubilada de marras encierra una reflexión desde la administración de todos los días que denota una clara percepción acerca de la marcha de la economía, de los criterios de distribución social, sin necesidad de apelaciones teóricas ni académicas sobre gasto, inversión y ahorro, por ejemplo.
El oligopolio mediático también “oye a la calle”, y es por eso que, durante el último tramo ya abierto del calendario a finalizar dentro de poco menos de 15 días, apuntó sus cañones contra la política económica del gobierno nacional, tratando de instalar una “realidad” de miedo y peligros, inflación, devaluación y crisis. En ese sentido, es muy claro el informe de la Red de Observatorios Universitarios de Medios (ROUM), correspondiente a las coberturas realizadas por varios de los principales diarios del país durante la segunda mitad del pasado mes de septiembre.
Veamos algunas de las consideraciones de ese estudio, consultable en el sitio digital de la ROUM (www.redobservatorios.org.ar): “La Nación describe una etapa de ‘crisis económica’, sin sustentar sus afirmaciones en referencias concretas ni en fuentes acreditadas. Intenta golpear sobre el núcleo duro de la gestión presidencial.” “Clarín insiste en sus viejas estrategias editoriales para deslegitimar al gobierno nacional. Se valió de tres consignas que nunca abandonó: el gobierno nacional utiliza dinero destinado a organizaciones sociales para hacer campaña; el medio es víctima de los ataques de este gobierno; la economía en Argentina está ante permanente riesgo y es preferible tomar en cuenta los parámetros del Fondo Monetario Internacional antes que los del Indec”. El diario Los Andes, de Mendoza, amplía su espectro crítico y propone “un vector interpretativo que ya es obsesión; desgastar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y para ello trabajó sobre tres ejes: ‘denuncias de corrupción’, ‘concentración de poder en manos de la Presidenta’ y ‘sumisión de las provincias al poder central’.”
Por otra parte, todos los índices económicos, financieros y sociales que avalan los últimos años de crecimiento y las decisiones de Estado en materia de distribución de la riqueza “son sistemáticamente invisibilizados por la prensa que es parte de y responde a los grupos concentrados, reservando para esos tópicos, los espacios más irrelevantes de sus páginas y secciones”, apunta el informe de la unidad de investigación que integran las facultades y carreras de Comunicación de las universidades nacionales de La Plata, Córdoba, Salta y Lomas de Zamora.
Pocas expectativas tienen los investigadores acerca de los resultados de sus mediciones en curso sobre las coberturas de las dos primeras semanas de octubre, respecto de, por ejemplo, el despliegue que vayan a realizar esos diarios en torno al reciente informe de la CEPAL, el mismo que destaca los avances alcanzados en materia de políticas sociales (ver Tiempo Argentino de ayer).
Por el lado de los partidos de la oposición, las respuestas son disparatadas, como lo demuestran los discursos y las campañas publicitarias con las que bombardean la paciencia de los televidentes. Ninguno se anima, o casi, a decirlo en forma pública, pero es altamente probable que casi todos sus jefezuelos y candidatos piensen en la intimidad lo que varias semanas antes de la PASO de agosto expresó, ante las cámaras de televisión, un personaje menor del espectro antigobierno, como lo es Fernando “Pino” Solanas: ¿se acuerdan el gesto de sorpresa de los entrevistadores cuando el cineasta estimó que los resultados electorales de Catamarca y Salta se explicaban porque así, mal, votan los pobres?
Para continuar con los intentos de respuesta que apelan a un mayor compromiso con el análisis, conforme dice el primer párrafo de esta columna, es dable interpretar que los registros vaticinados por todas las encuestadoras, según las cuales Cristina se apresta a incrementar la adhesión recibida el 14 de agosto último, podrían explicarse desde la dialéctica del consenso, de un consenso que tiende a abarcar, incluso, a sectores originalmente refractarios a su persona, al espacio fundado por Néstor Kirchner y al propio peronismo.
Es probable que su contraofensiva política frente a los intentos conservadores montados en torno a la trajinada Resolución 125, de carácter claramente destituyentes, haya terminado de perfilar en la presidenta ese rasgo de indudable liderazgo que en la actualidad expresa, liderazgo sobre el cual seguramente no vaciló ni siquiera cuando hace casi un año atrás perdió a su compañero de vida y militancia.
Y si algo debe conocer el o la líder política que opta por un proyecto democráticamente transformador, es acerca de la naturaleza, morfología, funcionamiento y funcionalidad del poder; en particular sobre las tantas veces referidas condiciones objetivas y subjetivas que ofrece el tablero sobre el que actúa y pretende llevar adelante su proyecto; una especie de escenario desde el cual interpretar y luego interpelar a la sociedad, para sumarla en las condiciones más multitudinarias y concientes posibles: porque no hay colectivo alguno que se lance a la “aventura” de las transformaciones si no percibe que las mismas pertenecen al universo de sus deseos y necesidades, y si no identifica con claridad que hay “un loco” o “una loca”, como dice la presidenta en su campaña, que pueda convocarlo y representarlo, convirtiéndolo en una sumatoria de “locos y locas” que adhieran, voten y, en el mejor de todos los casos, militen en forma activa.
Porque interpreta los deseos y las necesidades de esas mayorías; porque las interpela en forma conciente a partir de un ajustado diagnóstico de las condiciones objetivas y subjetivas que ofrece el momento histórico, y a partir de acciones concretas en los planos material y simbólico; porque desde allí sabe multiplicar y profundizar los consensos. Por ello es que Cristina ganará el 23 de octubre, con un caudal de votos que deberán aprender a leer todos; los ajenos para comenzar a labrar políticas de oposición con criterios de racionalidad, y algunos propios un tanto ansiosos, porque los nuevos paradigmas de generación (los del Bicentenario, como varias veces se apuntó desde este espacio) requieren de los tiempos cortos y largos de la Historia, todo en su medida y armoniosamente.
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